La meditación no es exclusiva de oriente, y varias culturas la han practicado dentro de su propia cosmogonía y rituales. Es el caso de los chamanes de varias culturas, cuya meditación adjudica particular importancia a la conexión hombre-naturaleza.
La meditación chamánica de la que hablaremos hoy es la meditación del árbol, que conecta al individuo con la naturaleza a través de un árbol particular. Esta meditación se caracteriza por ampliar el sentido perceptivo de quien la practica, además de abrir su ser original hacia el universo de lo natural.
Lo primero que se debe hacer es escoger un árbol con el que nos sintamos cómodos y reflejados, que al pararnos frente a él notemos que él se comunica con nosotros. La meditación puede realizarse tanto trepado a sus ramas como bien sentado al lado de su tronco. Una vez estemos cómodos, nos sentamos con la espalda derecha y comenzamos a meditar.
Cerramos los ojos y respiramos profundamente, conectados con el árbol. Percibimos el campo energético del mismo, e intentamos unificarlo con el nuestro hasta ser uno con él, estando en simbiosis y respirando el mismo aire que el árbol.
La meditación dura lo que es habitual, unos quince o veinte minutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario