miércoles, 25 de agosto de 2010
¿Cuál es tu papel?
Hay un dicho creado por los sabios ancestrales: todos tenemos nuestro momento. No hablaban de 15 minutos de fama.
Ellos se referían a esos momentos de la vida (algunos de nosotros sólo tenemos uno o dos) donde el universo ha arreglado todo para que el próximo paso lo demos nosotros. Y ese paso, ese movimiento, solamente podemos realizarlo nosotros (yo) solos.
Suena como un momento cinematográfico hollywoodense típico. Pero es real. Es un espacio que sólo nosotros podemos llenar. Es una pieza de rompecabezas que sólo nosotros podemos hacer que encaje.
Entonces, ¿cómo encontramos ese momento, esa acción?
Primero, debemos comenzar sintiendo que podemos estar a la altura de la circunstancia cuando ésta llegue. Después, debemos preguntarnos: ¿Realmente estoy destinado para hacer esto? ¿Verdaderamente estoy influyendo en el cambio? ¿Es por esto que Dios me trajo a este mundo?
La respuesta es sí.
Lo que sea que estemos destinados a hacer, es exclusivamente para nosotros y tenemos que saber que el Creador nos ha dado todo lo que necesitamos para ser 100% exitosos. Cada uno de nosotros viene a este mundo con sus respectivas tareas y la vida nos da las herramientas para realizarlas. Las herramientas de otra persona no me sirven en mi trabajo. Mis herramientas no le sirven otra persona.
Si no somos exitosos, es porque no nos estamos esforzando lo suficiente o no estamos haciendo lo que vinimos a hacer aquí. Nadie tiene piezas faltantes.
Comenzaremos a ver el cambio verdadero en este mundo cuando haya una masa crítica de personas buscando, trabajando y llevando a cabo su labor específica.
Esta semana, formúlate estas preguntas. Observa hasta dónde te ha traído la vida y hacia dónde te diriges. Observa las herramientas que, para bien o para mal, se te han dado. Tal vez sientas que estás haciendo tu trabajo (¡Yupi!) o que estás tan alejado del camino que necesitas comenzar desde cero (¡Yupi también!). De cualquier manera, te estás moviendo en la dirección correcta.
Todo lo mejor,
Yehudá
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