jueves, 27 de mayo de 2010

Soy la piedra en mi camino

¿Por qué rechazar la idea de que algo puede ser fácil o
pensar que si es fácil no va a ser del todo efectivo?
“La vida no es fácil. Mi piedra no es fácil.” Pues un diálogo con tanta resistencia a ver el sol/a ver la solución y sentirse mejor, va incrementando el tamaño de la piedra
sin que nadie haya venido a agregarle ni un granito de arena: somos nosotros quienes ejercemos el poder de permitir
que crezca.

Somos nuestra propia piedra en nuestro camino. Imposible, muchos pensarán, mientras corren a buscar a todos aquellos responsables de sus penas. “¿Cómo voy a ser YO el obstáculo en mi vida?” Otros dirán con sarcasmo, “Mi lista de culpables es bien extensa y si existe una lista con mi nombre, esa es la lista negra: la de las víctimas. En esa estoy seguro/a. ¿Cómo es que YO que quiero lo mejor para MI voy a hacer algo en contra mío? Definitivamente no. Esa teoría es absurda. Puedo contarte mi historia para probarlo.” Si vives una vida plena, disfrutas del recorrido de ella y mantienes un espíritu de entusiasmo y alegría con cierta regularidad, pues no tienes más que continuar como hasta ahora: disfrutando del proceso de la vida. Felicitaciones...

Pero si ese no es el escenario de tu vida, entonces sería interesante y hasta quizás inspirador que te permitas considerar por unos segundos que tal vez: ¡Sí! Tú eres tu piedra en el camino. Y que alegría es saber que soy mi propia piedra ya que eso significa que solo de mí depende levantarla y quitarla del medio.
“¿Cómo sacar la piedra y mantenerme en mi camino?” Pues a veces mantenerse es cambiar de rumbo, ya que al quitar la piedra podemos ver mejor la dirección en que nos encaminamos. Hay quienes creen están avanzando y solo giran alrededor de un obstáculo o piedra gigantesca a la que han permitido crecer cada día mientras se la observa, critica, justifica o celebra casi como un culto.

Culto a mis obstáculos, culto a mis problemas. Culto a mi piedra. “Hoy me dedicaré a pensar en lo que no tengo: en mis limitaciones, en aquellos que me atacan, en los otros que me critican y si me alcanzan las horas, tal vez piense en esos días oscuros del pasado donde creo empezaron todas mis dificultades. Pensaré y pensaré en el pasado hasta hacerlo presente. Lo reviviré hasta sentir la misma angustia, confusión y dolor. Soy muy bueno/a en recordar esos momentos. No necesito esforzarme. Es casi un hábito que me acompaña a diario, incluso cuando no me doy cuenta. Oh, no es casi un hábito, ahora que lo pienso: es un hábito. Es mi historia.”
Resultado: es un hábito, es tu historia, esa es tu vida. Tu vida es tu historia, es tu hábito. Otra forma de expresarlo sería: tienes una gran piedra, un muro que mover de tu camino quizás. Pero la buena noticia sigue siendo: Uno es su propia piedra, lo que hace todo mucho más fácil. Estarás en control si decides tomar control de tu vida, de tu piedra.

Bien, supongamos que acepto la idea, por un instante nomás, de ser mi propia piedra en el camino, "¿Qué hago? ¿Me corro a un costado? ¿Arrastro mi piedra conmigo?” No. Respiras profundamente unos segundos, te dejas invadir por ese aire que llena tus pulmones y te concentras solo en eso: respirar. “Suena fácil y hasta a broma. No creo que respirar solucione todas mis dificultades y lo mucho que debo trabajar a diario. Así es justamente mi vida: difícil y problemática.” Pues acabas de mencionar algunas de las características que conforman tu piedra: dura y difícil. Y recuerda no menospreciar el humor, el cual es curativo: nos afloja, aviva nuestra energía, nos hace olvidar por un ratito de los problemas, nos predispone a estar alegres. Sonreír te ayudará a soltar tu piedra.

¿Por qué rechazar la idea de que algo puede ser fácil o pensar que si es fácil no va a ser del todo efectivo? “La vida no es fácil. Mi piedra no es fácil.” Pues un diálogo con tanta resistencia a ver el sol/a ver la solución y sentirse mejor, va incrementando el tamaño de la piedra sin que nadie haya venido a agregarle ni un granito de arena: somos nosotros quienes ejercemos el poder de permitir que crezca. Nuestra piedra es nuestra propia creación. Simplemente con un monólogo interno cargado de tanta negatividad hemos obstaculizado todo progreso. Nos hemos convertido en una pieza dura y resistente a dejar entrar nuevamente la calidez, la esperanza, pero a la vez muy fácil de quebrarse ante el menor temporal.

“Ahora tengo más piedras que recoger, me he quebrado en mil pedazos.”

Respiremos profundamente por unos minutos o segundos permitiéndonos sentir alivio de estar por un instante conectados con nosotros mismos. Solo importa uno en este momento. Para muchos será un significativo reencuentro con uno mismo ya que no solemos tomarnos en cuenta. Podremos tal vez encontrar la forma de dejar de ser piedra y convertirnos en la briza que oxigena nuestro cuerpo, nuestra vida, nuestros sueños.
Permitámonos sentir el alivio por un instante de estar a solas con uno mismo. Reencontrémonos en este momento presente. Apreciemos nuestra presencia. Soltemos el pasado inexistente o el futuro incierto. Aquí y ahora me encuentro conmigo mismo. Dejemos que nuestros pulmones se llenen de aire/de vida. Ocupemos con nuestra respiración tranquila y relajada en este instante esos espacios en nuestra mente inquieta que habitualmente son invadidos por pensamientos estériles.
Permitámonos ser menos impermeables. Saber que soy mi propia piedra en mi camino es fantástico. Mi atención estará dirigida a MI, quien en definitiva es la única persona con el poder de manejar el curso de mi vida: levantar la piedra, hacerla desaparecer, achicarla, cambiarle su forma, etc.

Suena creativo e interesante este tema de ser mi propia piedra y estar a cargo de ella. Es absolutamente creativo y altamente interesante.
Es importante. Es mi vida. Es mi vida la que empiezo a mirar.

Los pensamientos han sido los que crearon la piedra. No fueron el jefe, el trabajo, los amigos, la pareja, los hijos, o la familia. Fueron nuestros propios pensamientos. Hay quienes lo llaman el ego, el otro YO que vive ocupando nuestra mente y atención para que no encontremos espacio que nos permita conectarnos con nuestro ser interior, con esa parte sabia que todos poseemos. Aunque tenga en mi cabeza las preocupaciones del vecino, mi tío, mi socio, etc., soy yo quien decide apropiarse de ellas, prolongarlas en mi mente dándoles forma, vida, tiempo y espacio. Esos pensamientos que me debilitan, me deprimen, me asustan… están permanentemente dando vueltas en mi cabeza. Me apropié de ellos: me identifiqué con vidas ajenas. Ahora esa energía resuena con la mía. Mi piedra crece, se convierte en muro. No veo hacia donde voy. No sé si pienso en mi camino o el camino de los otros que no me corresponde pensar y sobre los cuales no tengo ningún tipo de influencia. ¿Qué vida estoy viviendo? ¿La que quiero? Estoy confundido/a. Pero nuevamente existe la solución que depende solo de uno y para la que no hay muro que no pueda ser derribado. Detenernos en la vorágine de nuestros pensamientos quienes le dan forma a nuestra vida es vital. Acallar las voces que nos mantienen en la insaciable búsqueda de algo externo que contenga el vacio que sentimos es fundamental. Recuerda que una piedra es siempre una piedra y uno es siempre más que ella.

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